12 jun 2009

LAS VASIJAS DE AGUA

Un cargador de agua de la India tenía dos grandes vasijas que colgaba a los extremos de un palo y que llevaba encima de los hombros.

Una de las vasijas tenía varias grietas, mientras que la otra era perfecta y conservaba toda el agua al final del largo camino a pie desde el arroyo hasta la casa de su patrón, pero cuando llegaba, la vasija rota solo tenía la mitad del agua.

Durante dos años completos esto fue así diariamente, desde luego la vasija perfecta estaba muy orgullosa de sus logros, pues se sabía perfecta para los fines para los que fue creada. Pero la pobre vasija agrietada estaba muy avergonzada de su propia imperfección y se sentía miserable porque solo podía hacer la mitad de todo lo que se suponía que era su obligación.

Después de dos años, la tinaja quebrada le habló al aguador así, diciéndole:
"Estoy avergonzada y me quiero disculpar contigo porque debido a mis grietas solo puedes entregar la mitad de mi carga y solo obtienes la mitad del valor que deberías recibir."

El aguador, le dijo compasivamente:
"Cuando regresemos a la casa quiero que notes las bellísimas flores que crecen a lo largo del camino."

Así lo hizo la tinaja. Y en efecto vio muchísimas flores hermosas a lo largo, pero de todos modos se sentía apenada porque al final, solo quedaba dentro de si la mitad del agua que debía llevar.

El aguador le dijo entonces:
"¿Te diste cuenta de que las flores solo crecen en tu lado del camino? Siempre he sabido de tus grietas y quise sacar el lado positivo de ello. Sembré semillas de flores a todo lo largo del camino por donde vas y todos los días las has regado y por dos años yo he podido recoger estas flores para decorar el altar de mi Maestro. Si no fueras exactamente como eres, con todo y tus defectos, no hubiera sido posible crear esta belleza."

26 abr 2009

EL SECRETO DE LA FLOR

Hoy compartiré con vosotros una de mis historias favoritas...

"Un día Buda alzó una flor ante una audiencia de 1.250 monjes y religiosos. Guardó silencio durante largo rato. La audiencia se mantuvo en un silencio absoluto. Todo el mundo parecía estar pensando intensamente, intentando comprender el significado del gesto de Buda. Pero nadie era capaz de comprender lo que Buda quería transmitir a través de su gesto. Así, en silencio, pensando, estuvieron esas 1250 personas durante varias horas.

Entonces, de pronto, Buda sonrió. Sonrió porque entre el público hubo alguien que le sonrió a él y a la flor. El nombre de aquel monje era Mahakashyapa. Fue el único que le sonrió y Buda le respondió con otra sonrisa y dijo: ‘Poseía el tesoro de una revelación y se la he transmitido a Mahakashyapa.’

Dicha historia ha sido discutida por generaciones y generaciones de estudiantes de Zen y la gente sigue interrogándose acerca de su significado. Personalmente, el sentido de la anécdota me parece de lo más simple. Cuando alguien sostiene una flor ante ti y te la muestra, está intentando que la veas. Si piensas, te pierdes la flor. La persona que no piensa, la que es ella misma, puede hallar la flor en toda su belleza y sonreír. Ese es el auténtico problema vital.”

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